Bello como un ángel, porque así es él. Un poco de cera, un poco artificial. Al igual que Bill Kaulitz, el vocalista de la aclamada y enormemente admirada banda adolescente Tokio Hotel, que él mismo representa. El aspecto casi blanco y negro es elegante y hace hincapié en la atmósfera ligeramente mórbida que se aferra a la situación -el joven, a morir por la mentira. Y recuerda, con su actitud a los grandes de la escena musical.
La imagen tiene tanta potencia que no puede ser aplastado por un enorme colorido, casi abrumador en el texto que ocupa casi todo el cuadro. Y eso significa mucho, porque con el color y la fuente de la selección, la empresa no ha sido mezquina. Lástima que el título es excesivamente amplio y toma la foto de la tranquilidad y lo artificial y artística e impide que el espectador sea capaz de perderse en el rostro tan hermoso de Bill Kaulitz. Tan rápido es el arte, sino simplemente esto es publicidad. Pero por lo menos lo es con un enfoque hermoso y bien ejecutado.
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